viernes, 24 de abril de 2009

El niño y la amistad

A veces pienso que la amistad es algo mucho más complejo de lo que parece, al menos yo la vivo de un modo muy complejo, ahora que aquí revivo mi niñez, me doy cuenta que analizando a mis primeros amigos, se puede interpretar el mismo modo de sentir la amistad que tengo ahora. Yo soy más bien de pocos amigos y muchos conocidos, me es difícil llegar a sentir amistad por alguien, verdaderamente ese “amor de amigo” es algo que me pasa pocas veces, sin embargo, por las personas que lo siento, sería capaz de darle todo lo que necesitasen, por esas (pocas) personas, daría todo mi tiempo, toda mi comprensión, mi dinero, mi casa, uno de mis riñones…todo lo que hiciese falta y verdaderamente no pediría nada a cambio, sé que esa frase suena muy bonita y que el 90% de quienes la repiten, lo dicen con la boca pequeña, pero yo así lo haría de verás. Igual que digo eso, admito que no suelo hacerles regalos por cumpleaños ni por navidad ni nada así, no soy una persona de hacer gestos de cara a la galería.

A los amigos los elijo, por la admiración que siento por ellos, creo que nunca elegí a nadie como amigo por ser buena persona, o por interés alguno, para sentir una autentica amistad creo que siempre he necesitado admirar a esa persona (con las parejas también me sucede) y fue así desde que era niño, cuando empecé el colegio, mi mejor amigo era casualmente vecino de mi bloque y aún siendo un niño ya sentía cierta admiración y estoy seguro que él la sentía por mí. Puede que él no sacara tan buenas notas y no destacara como yo en según qué temas, pero tenía una claro liderazgo natural que resultaba admirable. Yo debía tener algo parecido, por eso creo que éramos tan amigos y realmente a los dos se nos subió a la cabeza, aunque de un modo diferente, mientras yo me aislé un poco en el futuro, él se convirtió en una especie de caudillo, con cierto tufillo, por supuesto después cambio y volvió a ser la excelente persona que siempre fue.

Tengo la intención de no dar nombres en este blog dentro de lo posible y no voy a nombrar a ese niño, porque en realidad no hablo de él, sino de cómo necesito admirar, para sentir lo que yo creo que es verdadera amistad, por eso no voy a excederme en hablar sobre él, aunque en realidad en una biografía de mi vida este niño merecería un capitulo para él solo, sin lugar a dudas. Su importancia es vital en mi forma de ser, fue la primera persona a la que entregué verdaderamente mi amistad, la primera persona fuera de mi familia por la que sentí cariño y creo que en realidad, aunque nunca nos paremos a pensarlo, la primera amistad es como el primer amor, en el sentido de que los que vengan después los comparamos con el primero y yo, a los que han ido siendo en estos años mi mejor amigo, los he comparado siempre con él, es como si de algún modo ocuparan su lugar.

Las amistades más cercanas a mí, no siempre han sido gente admirada por mí, lógicamente ha habido otros que simplemente por el roce, se han convertido en gente importante, ya se sabe que el roce hace el cariño, pero los que tengo estima, porque se portaron bien conmigo, porque estuvieron siempre ahí, porque me hacen reír, porque salen de fiesta conmigo… nunca estuvieron a la altura de los amigos que tuve porque les admiraba, aunque estos que admiré fueron muy pocos la verdad, nunca me puse a contarlos. Los otros, los que he nombrado antes también están en mi corazón, pero sinceramente no están en mi cerebro, no pienso en ellos habitualmente, me estimulan de distinta forma.

Ser amigo mío en realidad es un rollo, para empezar con ellos actúo de geminis que soy, es como si para cada uno de ellos tuviese una personalidad distinta. Si un día se reunieran diez personas cercanas a mí, y hablaran sobre mí, hablarían de diez personalidades totalmente distintas…sé que es algo que suena muy extraño, pero es así y no es que actúe, no es que sea un genial actor, simplemente es que mi mentalidad va cambiando constantemente, así como mi estado de ánimo, sin embargo no me gusta que eso se note y de algún modo cuando conozco a una persona, guardo ese “yo” actual y siempre soy ese “yo” en la forma de tratar a esa persona, por eso esas diez personas hablarían de un Adrián totalmente distinto y todos tendrían razón en realidad y eso que podrían definirme con palabras antónimas, unos me calificarían como persona seria, otras como gracioso, otras como moralista, otras como pecador, otras como guardián de las normas, otras como anti sistema, unas como sensible, otras como frio…¿Cómo se puede ser todo eso a la vez? Pues lo soy…no sé si es trastorno de la personalidad o que, en realidad es hasta gracioso, porque creo que me he dado cuenta el porqué siempre me gusta quedar con una sola persona y es por eso mismo, si estoy con esa diez personas, ¿cómo puedo ser mis múltiples personalidades a la vez?

A veces pienso que eso debe dar una sensación de poca sinceridad, pero realmente no es así, soy todo eso a la vez, realmente soy así, aunque puede que lo que si ocurra, sobretodo según con quien, es que no me gusta mostrar mucho como soy, más de una persona han hablado de mi coraza, y realmente puede que la tenga, pero en la forma de ver el cuento de los demás cuando me quite la coraza, seré completamente feliz, sin embargo en la realidad cada vez que me he quitado la coraza, me han herido y no tengo ninguna gana de volvérmela a quitar por ahora (de hecho esa coraza es la responsable de que en este blog hable de cosas que ya han prescrito y no de lo que me ocurre en el presente) y por más que sepa que puede que no sea bueno para mí, lo cierto es que llevo mucho tiempo sin pensar lo que es mejor para mí mismo y verdaderamente trato de hacer más por los demás sin pensar en que hacen ellos por mí. Extrañamente siento un extraño placer ayudando a los demás y cierto agobio si es otro el que me trata de ayudar a mí, pero con eso no quiero decir que sea un santo, es parte de mi extraña personalidad y confesando una cosa, por más que sepa que no debería decirlo y dándome cuenta de que me vendo fatal he de decir que si yo fuese otra persona, jamás sería amigo mío. Aún y así y en otro giro de mi contradictoria personalidad voy a defender mi forma de sentirla, porque lo cierto es que algunos de mis amigos (sobretodos los que más suelen llenarse la boca hablando de su amistad pura) miden la amistad en lo bien que te portes con ellos…yo no acabo de entender eso, a ver lógicamente entiendo que si alguien se está desangrando y un amigo dona su sangre y con ello se le salva la vida, le estés agradecido, pero no entiendo que le valores más como amigo, porque por esa regla de tres, deberías amar a los que colaboran con la cruz roja más que a nadie. Quiero decir que si ese amigo a quien tienes en gran estima, tiene miedo a las agujas y no dona sangre para salvarte, no deberías sentir menos amistad por él ,a causa de eso, o al menos eso creo yo, no creo que la amistad deba demostrarse a cada momento, está y punto. Yo desde luego no espero nada de mis amigos, por eso nunca podrán defraudarme. Si pensáramos más en que podemos hacer por los demás y menos en lo que los demás podrían hacer por nosotros, el mundo iría mucho mejor. Pero la mayoría no busca eso en la amistad, en los amigos buscan el 90% alguien que les entretenga, alguien con quien compartir penas y a los que no siempre llaman para compartir las alegrías, pero así es la vida y en realidad la mayoría de gente que dice lo gran amigo que soy, sólo me está utilizando, probablemente sin darse cuenta. Sin embargo los que no hablan tanto, ni tratan de mostrar tantos sus sentimientos, se comportan como amigos infinitamente más que los otros.

Los que te utilizan (ya digo que sin darse cuenta seguramente) no tienen impedimentos en si un día no estás a la altura, decirte lo mal amigo que has sido, a pesar de que eso vaya a hacerte daño ¿entonces ellos que dicen cosas sabiendo que te hacen daño, son los que son buenos amigos?...yo tengo amistades que creo que se han portado mal conmigo a veces, sin embargo nunca se lo diría porque no me gustaría hacerlos sentir mal y no creo que eso sea ser falso, simplemente prefiero guardármelo dentro, prefiero sufrir yo antes que los demás, aunque no digo que eso sea lo correcto. Antes siempre decía lo que pensaba y no lo que los demás querían oír, ahora estoy en una zona intermedia, sé que decir lo que pienso es hacer daño a según quien y eso si que estoy completamente seguro que no es bueno.

jueves, 9 de abril de 2009

El niño y la literatura

Cuando iba a la escuela de pequeño, me encantaban las redacciones, me entusiasmaba tener que escribir cuentos. Creo que era la única cosa que hacía verdaderamente por gusto y no por superar a mis compañeros. Siempre que se tenía que escribir una historia para ponerla en la revista de la escuela, mi cuento era el elegido de mi clase. Ya entonces mi destreza para escribir se debía más a mi memoria que a mi imaginación. Siempre que tenía que escribir algo, mezclaba cosas que había leído o visto en la tele, con cosas personales y un final totalmente inventado. Únicamente recuerdo tres de aquellos escritos sin tener que hacer un gran esfuerzo, uno era la historia de un payaso que hacía reír a los demás, pero que él estaba muy triste en realidad. Recuerdo que esa historia la hice tras leer un libro que estaba por casa y que se titulaba “Catalans universals” y que dedicaba uno de sus capítulos al famoso payaso Charlie Rivel. También recuerdo que había que hacer un dibujo de la historia y que eso ya no me salía tan bien, yo nunca fui capaz de sacar algo de la nada y hacer que de una hoja en blanco saliese un dibujo me era complicado, siempre necesité referencias para hacer arte, como en aquella historia que hice a través de la historia del famoso payaso catalán.

Otra de las que recuerdo, era una historia de un chico que a través de una maquina en el tiempo, viajaba a 1492 e iba con Colon en su viaje a America…obviamente hacía poco había leído “La máquina del tiempo” de H.C. Wells y lo tenía en mente, pero bueno si a partir de ese libro, el famosísimo Steven Spielberg hizo la saga de “Regreso al futuro”, se le puede perdonar a un niño de 9 o 10 años que la cogiera de referencia esa obra para hacer un cuento para la revista de la escuela, ¿verdad? El tercero que recuerdo es el con el tiempo me ha hecho estar más orgulloso de mi mismo, en un día de Sant Jordi, de cuando debía tener 7 u 8 años teníamos que escribir la historia del caballero y el dragón, de modo que ahí ya tenía la referencia, había que utilizar la imaginación para hacer una buena historia. El cuento de todos los niños era muy similar, basando en la famosa leyenda, sin embargo yo decoré la acción en un futuro de dragones robots, el cual era derrotado por una nave espacial llamada Sant Jordi, del robot se escapó aceite del cual salía una rosa amarilla. Hace tres o cuatro años me vino esa historia a la cabeza y me sorprendieron dios cosas, primero la imaginación que tenía en esa época (Ahora creo que no la tengo) y segundo, como en esa época la ciencia ficción era mi máxima referencia, ¿Qué hace un niño de esa edad, leyendo ciencia ficción? Pues se debió más a la casualidad que a cualquier otra cosa, era la clase de libros que mi hermano mayor tenía por allí, leí (a trozos) 2001 de Clarke, La fundación de Asimov…libros que por supuesto no entendía por entonces, también leía clásicos libros de aventuras, hasta que comencé a darme cuenta que los finales eran previsibles y me aburrí de ellos. Siempre preferí escribir a leer, si bien es cierto que más tarda leí en tres o cuatro años más libros que lo que la mayoría se va a leer en su vida, ahora he vuelto a mi anterior posición. En la cual no disfruto mucho de la lectura, creo que eso en parte se debe a que cuando has leído muchos clásicos de siglos pasados, ves tan clara la referencia de los autores actuales que te parece que cualquier libro nuevo ya lo has leído antes.

El primer libro que recuerdo de pequeño fue pinoccio, mi padre me lo compró cuando tenía tres años (¡Dios, como puedo acordarme de eso!) Ese mismo día, me compró una cartilla para aprender a leer y un abecedario, en el cual recuerdo que en cada letra venía un dibujo que mostraba algo que empezaba con la letra en cuestión, recuerdo que en la “ch” salía un chino, es una de esas cosas que no sabes porque se te quedan marcadas.

Mi padre me enseñó a leer antes de que comenzase la escuela, fue muy duro para que aprendiera, demasiado creo, pero bueno, ahora sé que uno no nace sabiendo ser padre, que probablemente ese sea el “oficio” más difícil que hay y que normalmente uno lo hace lo mejor que puede. Todos los que estamos en este mundo estamos marcados por lo que vimos en los que son mayores que nosotros e igual que mis padres me marcaron a mí, a ellos les marcaron los suyos y así sucesivamente. Cuando eres pequeño no te das cuenta de esas cosas, crees que tus padres lo saben todo, que lo pueden todo…son los que están allí para ayudarte, para protegerte y piensas que ellos no tienen dudas, no tienen miedos. Cuando te haces mayor comienzas a darte cuenta, que los miedos crecen con los años, no disminuyen.

A pesar de la dureza de mi padre, lo resumiré que mi padre creía mucho en el dicho “Las letras con sangre entran”, yo le tenía más cariño a él que a mi madre, imagino que se debía a que como con mi madre estaba todo el tiempo conmigo, pues me llamaba más la atención los momentos con mi padre, probablemente porque eran menos y quizá más divertidos, al fin y al cabo él era el que te llevaba al parque, al bosque, a jugar a la pelota…

Años después la relación con mi padre cambio mucho, pero de eso también hablaré más adelante, de lo que si voy a hablar es de mi madre, de cómo paso a ser la persona que estaba allí sin más, a ser la primera persona que admiré en mi vida.

Un día cuando yo tenía cuatro años, se quedó embarazada, ¡Guau!, tenía una vida dentro de su barriga, ¡Increible!, desde ese momento nació en mí una admiración por mi madre y por las mujeres en general, ellas podían dar vida, traer una vida al mundo…¡Joder!, ¡un hombre no podía hacer nada parecido! Así que desde ese día coloqué a los hombres un paso por detrás de las mujeres en mi forma de ver a la vida…y empecé a oir a mi madre, un pozo de sabiduría sin fin.

miércoles, 8 de abril de 2009

Cuando el niño era niño...

Cuando uno desde que es pequeño se le acostumbra a hacer bien las cosas, quizá pierde la perspectiva de como son las cosas en realidad, si siempre te exigieron la perfección, ¿Cómo puede uno conformarse con ser uno más? Yo siempre confié mucho en mi mismo, nunca pensé que nada pudiese salirme mal, era como tener algo así como un ángel de la guarda y nunca pensé que las cosas pudiesen torcerse en mi vida, siempre tuve lo que quise y si no conseguí más, siempre pensé que era simplemente por falta de ambición o porque realmente nunca me lo propuse.

Yo siempre vi mi vida como una lucha contra mí mismo. Quizá al principio de mi época escolar no fuese así, pero años más tarde cada día de mi vida era un examen que había que mejorar, siempre quise ser mejor, en eso ocupé la ambición que quizá no tenía en otras cosas. Creo que siempre fui responsable, seguramente desde que nació mi hermano cuatro años después que yo. Mi madre me habló siempre de cómo debía cuidar y proteger a mi hermano pequeño y esas palabras se me grabaron a fuego. Siempre le protegí, probablemente algunas veces pudo parecer que no lo hacía, pero siempre traté de hacerlo, sé que algunas veces fui injusto, pero es difícil no ser injusto con las personas que amas. Otras veces fui cruel con él, de hecho he sido cruel con mucha gente, pero siempre que hice eso era para que esas personas se endureciese, creyendo que ese era un valor de los más importantes. Durante mucho tiempo creí que ser duro era bueno, cuando era niño creía que era la forma de hacerme mayor, yo odiaba ser niño, siempre quise ser adulto, desde muy temprana edad pensé (dentro de las lógicas posibilidades de la edad) como un adulto. Muchos niños quieren demostrar que son adultos fumando, yo lo quería demostrar con esa responsabilidad que deseaba. Hasta tal punto llegó a ser paradójica mi vida que siendo aún un niño ya deseaba ser padre (siempre me pareció más interesante crear algo que conseguir algo de mí mismo) haber tenido que ser el protector de mi hermano (y probablemente de algunos compañeros del colegio) era algo que me hacía sentir genial y me hacía crecer, a veces parecía le padre de gente que tenía la misma edad que yo, pero el halago debilita y mi primer bajón en la vida se debió al ego que nació en mí cuando oía a las madres de mis compañeros decirles a ellos “tu deberías ser como Adrián” verdaderamente llegó el momento que me sentí superior a ellos, superior a todos. En el colegio no me conformaba con sacar dieces, después quise hacerlo, en menos tiempo. Me era placentero sacar un diez en veinte minutos de examen y ver como la mayoría luchaba por un cinco en una hora. Ahora me doy cuenta que podía parecer que me gustaba ridiculizar a mis compañeros, aunque no era del todo así, esa supuesta superioridad para mí era algo lógico, con 5,6,7 u 8 años nunca acepté que compararan a nadie conmigo, realmente creía que nadie podía estar a mi altura. Después todo cambio. Llegó un momento en el que me ocupé de ayudarles a ellos y despreocuparme de mí, al fin y al cabo yo sabía que podía aprobar siempre con facilidad, hasta que por supuesto llega un momento en el que ese cierto ingenio no es suficiente y no apruebas. La primera vez que ocurrió eso me sentí confuso, no me dolía haber suspendido, lo que verdaderamente me jodia era decepcionar a otros que esperaban más de mí. En realidad era consciente de que si se valorara tus conocimientos y no lo que eras capaz de estudiar, yo seguiría siendo le que mejores notas sacaría, pero así no es el juego de la enseñanza, se valora al que estudia y yo estudiar no iba a estudiar, para mí eso era hacer trampas. En esa época tus padres, los profesores te dicen que te estás jugando tu futuro, pero yo nunca vi los estudios como algo así, para mí era una competición que debía ganar sin hacer trampas, un juego…¿Qué si no aprobaba, me iría mal en la vida?...nooo, mi ángel de la guarda nunca dejaría que eso pasara. De modo que me di cuenta que si no estudiaba, no podría superar a los demás, pero para cuando entendí eso, me percaté que era demasiado perezoso para redimirme, la pereza es uno de mis grandes defectos, si puedo elegir entre hacer una cosa y no hacerla, siempre elegiré no hacerla (salvo contadas excepciones) Entonces supe que tal y como estaban las reglas no seguiría pudiendo ser superior a mis compañeros comencé a sentir angustia por primera vez en mi vida. En ese momento ya me di cuenta que no sabía luchar, que siempre había conseguido todo sin esfuerzo y que luchar no era para mí y me deje ir. Con trece años dormí y creo que no desperté hasta los diecisiete. ¿Qué hice en todo ese tiempo?, no lo recuerdo, pero creo que nada más que ver la tele y pensar en el futbol, nada más. Cuando desperté me di cuenta que me sentía raro en mi nueva posición, yo había estado tan acostumbrado a ser el líder, a mandar y a que me obedecieran, que no sabía lo que debía hacer. Con diecisiete no había acabado los estudios, tenía trabajos muy de vez en cuando…un feo panorama, pero ahora me doy cuenta que lo que me atormentaba era que ya no era ejemplo para nadie, como siempre había sido. En esa época los mayores me decían “aún estás a tiempo de rehacer tu vida”, pero yo no lo veía así, yo creía que ya había echado todo a perder. Con diecisiete años quería morir y sí sé que a esa edad casi todo el mundo ha pasado por eso, pero yo así lo sentía, en ese momento no sabía en absoluto lo que quería de la vida, solamente esperaba a algo que debía pasar y no sabía que era. Con esa edad tuve que reinventarme, en este tiempo había perdido el contacto con los amigos de la infancia y sé porque lo perdí, para mí era difícil estar con ellos y decir “pues al final no acabé logrando nada”, sé que a ellos eso no les importaba y que ellos en realidad no eran conscientes de la lucha que yo llevaba contra mí mismo, pero yo en ese tiempo llevaba una venda que no me dejaba ver más allá de mis narices.

Rehíce mi vida, pero después de una adolescencia más o menos violenta (ya contaré con más detalle) ahora quería hacer entender mi mundo con la palabra, con el buen comportamiento, me reinventé en ese sentido y comencé quizá a encerrarme en mi mismo, en ese momento es cuando mi personalidad se partió en dos, era uno para mis adentros y otro para los demás, antes nunca había tenido esa sensación. Mis instintos y mis actos comenzaron a tomar caminos diferentes y eso comenzó a confundir a la gente y a volverme loco a mí, porque no pretendía adoptar mi personalidad al mundo, sino que lo que realmente quería era que el mundo se adaptara a mí, supongo que tenía delirios de grandeza o algo parecido y sinceramente aún los tengo de vez en cuando, aunque trato de corregirlo por supuesto. A pesar de haber dicho eso, nunca volví a querer ser líder de nada, si bien es cierto que muchas otras veces me colocaron en esa posición de nuevo, hay quien me ha dicho que muestro mucha confianza en mí mismo y eso es lo que hace que los demás me coloquen en esa posición, sinceramente, preferiría que no lo hicieran, por más que no puedo negar que no puedo evitar llevar las riendas de las situaciones en muchísimos casos, lo veo como algo natural y sé que a mucha gente eso no le gusta, pero normalmente cuando eso ocurre no te das cuenta, al menos en ese momento.

Dicen que la niñez es la edad que más te marca en la vida, pero no sé hasta qué punto es cierto, conozco a muchísimas personas que no recuerdan nada de su infancia. Yo creo que lo recuerdo todo y eso desde luego si te marca y ahora últimamente que comienzo a olvidar cosas (nombres por ejemplo de gente que iba a la escuela conmigo hace 25 años) me entristece terriblemente que eso pase. En realidad es momento de olvidar muchas cosas, creo que mientras menos cosas del pasado arrastres con más claridad ves el presente. Pero si verdaderamente quiero olvidar voy a hacerlo con red, quizá por eso escribo esto, para si algún día quiero revisar mi vida, tenerlo por escrito, ¿a qué se debe esto? me gusta analizar las cosas, demasiado creo ¿verdad?

domingo, 5 de abril de 2009

¿Porque escribir un blog?

Últimamente he visto, diferentes blogs y en ellos he podido observar el talento de algunas personas para expresar sus inquietudes escribiendo. Entre estos he leído algunos muy divertidos y otros más profundos, los dos tipos me han gustado muchísimo. Para mi escribir se ha convertido en algo muy habitual en la vida, hasta el punto que las cosas que no dejo por escrito, me da la sensación de que no le doy la importancia que merecen.
En 1998 comencé a escribir ficción y aún no dejé de hacerlo, ese hábito siempre supuso para mí un alivio, una terapia. Pero obviamente en las novelas hay un tanto por ciento muy bajo de realidad y mucho de ficción y siempre tuve la sensación que había cosas sobre las que quería escribir que no tenían lugar en una novela.
Muchas personas me han hablado de lo terapéutico que les resulta escribir un diario, pero eso a mí nunca me llamó la atención, cuando estas acostumbrado a escribir novelas o cuentos, se crea en ti una especie de exhibicionismo que te hace no concebir escribir algo que nadie vaya a leer. Por eso para mí un diario carece de sentido, de hecho creo que casi todo el mundo que escribe un diario en el fondo de sus deseos, lo hace con la intención de que algún día, alguien lo lea.
Una vez leí que escribir es una forma de buscar la inmortalidad, no sé hasta qué punto esa afirmación es cierta, desde luego todo es discutible, pero lo cierto es que en mi persona si puede ser real esa cita, de algún modo me tranquiliza dejar todo por escrito, aunque no lo hago del todo por que quede algo de mí para cuando no esté, más bien es un miedo que no sé del todo de donde viene a dejar de recordar cosas.
No sé si por suerte o por desgracia siempre tuve mucha memoria, siempre recuerdo con detalle todo lo que me ha ocurrido, aunque sí es cierto que últimamente mi memoria no está como antes, obviamente no me refiero a que con veintinueve años esté comenzando a perderla, pero si es cierto que dejas de pensar en cosas y eso hace que llegue el olvido.
Tengo muchas cosas que escribir, de modo que no sé hasta dónde irá este blog, imagino que en parte será una revisión del pasado para analizar mejor el presente, también será una especie de diario público y en parte un lugar donde analizar también cosas sobre mis escritos de ficción.
Supongo que este blog no será muy entretenido, pero después de escribir doce libros, imagino que ya es el momento de escribir algo para mí, que a pesar de eso, no me importa compartir.